Por Guido Gubinelli   –   25 de noviembre de 2021   (Energía estratégica)

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Desde la Asociación Nacional de Empresas de Eficiencia Energética consideran que las metas propuestas para reducir la intensidad energética de Chile debieran ser más agresivas. No obstante, la entidad destaca los planes para la electromovilidad.

El programa se alinea con la Ley 21.305, de Eficiencia Energética, y, entre sus metas, se destaca reducir la intensidad energética respecto del año 2019 en un 6% al 2026, un 15% al 2035 y un 35% al 2050.

En líneas generales, el programa cuenta con 32 medidas para 4 sectores estratégicos. En sectores productivos, por ejemplo, se destaca la implementación de sistemas de gestión de energía, promoción de la electrificación de usos térmicos y motrices en la industria y minería.

La meta para este sector es reducir en un 4% la intensidad energética de los grandes consumidores al 2026 y en un 25% al 2050.

En una entrevista para Energía Estratégica, Mónica Gazmuri Del Curto, Gerenta General de la Asociación Nacional de Empresas de Eficiencia Energética (ANESCO CHILE A.G.), opina sobre el Plan y hace algunas observaciones que la entidad presentará ante las autoridades.

¿Qué consideraciones presenta Anesco sobre esta iniciativa?

Debemos decir que se agradece que el plan, así como los reglamentos, avancen. Dado el escenario social, económico y político del país, entendemos que muchas más empresas -de distinto tamaño- deseen buscar soluciones de cara a eficientar sus procesos y poder reducir sus gastos.

Independiente de estos tiempos que se plantea en el plan, debemos indicar que es vital que dichas empresas puedan ser consideradas en este conteo de eficiencia energética y reducción de emisiones planteado. Es decir, las empresas que hoy deseen hacer las inversiones o bien se van a asesorar con ESCOs (Empresa de Servicios de Energía), puedan ser consideradas a la hora de este registro.

¿Desde la institución presentarán comentarios sobre el documento, acerca de algún aspecto pasible de ser perfectible?

En general, algunas de nuestras preocupaciones van en relación con las señales en término del plazo y las metas que se plantean; en general poco ambiciosas y posiblemente se logren haciendo un mínimo.

Esto parece así, hoy más que nunca, ya que la urgencia climática exige medidas más rápidas y también así la situación económica de muchos sectores post pandemia.

En términos de intensidad energética es un 10% en 10 años, objetivo que se cumple sencillamente con iniciativas muy básicas, como ha sucedido hasta ahora con algunos etiquetados y medidas blandas.

Lo que esperamos es que la realidad supere el plan y como gremio seguiremos promoviendo la integración de soluciones y el modelo ESCO para ir más rápido y ser más consecuentes en los resultados de cara a la acción climática y las respuestas hacia los sectores productivos que requieren mayor atención.

En esa misma lógica, esperar 15 años para el 70% de los artefactos que sean eficientes y el 100% al 2050 parece muy largo. Además, el plan no explica cómo se logran varias de las metas. Lo mismo sucede con la calidad de leña, la promoción de la gestión de energía eficiente en edificios.

Sin embargo, para electromovilidad los plazos son más ajustados y exigentes al 2022, partiendo con instrumentos de fomento.

Por otro lado, nos parece muy bueno considerar la difusión de lo que se vaya implementando en SGE (Sistema de Gestión de Energía). Es primordial la difusión entre los partners y mostrar resultado. Esto lo hemos solicitado por años desde Anesco Chile, ya que sólo un buen resultado en cualquier empresa, permite ver en sus pares las soluciones posibles y cómo se trabaja.

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Esta promoción debe ir acompañada de la validación y “certificación de los implementadores”, no es lo mismo cambiar un aparato que dar una solución de eficiencia energética.

Tenemos dudas con respecto al consumo final de edificios construidos: qué tipo de edificios son, cuáles son sus características o antigüedad. No es lo mismo un edificio de 10 o más pisos a si es una construcción más nueva con algunos criterios de eficiencia versus otros que no tienen ninguno; por lo tanto, las soluciones son diversas y por supuesto mayores los logros.

Vemos que se está invirtiendo mucho tiempo en el levantamiento de información. Vemos que es mejor que se consideren a los sectores involucrados y vayamos pronto a las soluciones, en lugar de profundizar con estudios. La frase de la COP26 de menos ‘blablá’ y más acción cobra mucho sentido cuando los resultados de la misma demuestran el poco avance hasta ahora de los países participantes. No hay mucho tiempo.

Sería muy relevante que el plan considerara la integración de soluciones especialmente en gran edificación y que no exista la lógica transaccional que hay hasta ahora de sólo cambiar una tecnología por otra, un aparato por otro, pues esto no estimula la eficiencia energética, donde son varias soluciones integradas, ni el modelo ESCO que permite esta integración y financiamiento.

Tampoco vemos señales para que el modelo ESCO que es una herramienta virtuosa donde se involucra el actuar correcto del implementador con los resultados, sea masificado y con ello lograr mayores metas a nivel nacional.

¿Son conservadoras las metas que se propone respecto del año 2019, de un 6% de reducción del consumo al 2026, un 15% al 2035 y un 35% al 2050?

Nos parecen muy poco ambiciosas, sobre todo las metas de corto plazo. En nuestra experiencia, las oportunidades de eficiencia energética que se pueden lograr de entrada en una industria que no ha hecho nada de gestión de energía (que son la mayoría) son del orden del 15% al 35%, parecidas a las metas que se plantean para el 2035 al 2050.

Por otro lado, lograr un uso eficiente de la energía es lo que va a permitir llegar a las otras metas asociadas al uso de energía renovables o la electrificación; por lo tanto, es esencial partir primero en la eficiencia y de forma más agresiva.

Posiblemente las empresas sólo como una medida de reducción de costos hoy lo hagan de forma voluntaria si son bien asesorada por expertos consolidados.

En líneas generales, pensando en el corto plazo, ¿sobre qué sectores deberían estar enfocadas las medidas de eficiencia energética?

Más que un sector, tipo de tecnología o energético, nuestra apuesta es por cambiar el tipo de relación que hoy existe entre un proveedor de energía, o un proveedor de equipamiento, y el consumidor final.

Debemos pasar de una relación transaccional a algo más cercano a un servicio integral de soluciones energéticas, que son las soluciones que se entregan mediante el modelo ESCO.

Hoy en día, esta figura de un intermediario que entregue la solución integral con un compromiso de funcionamiento a mediano y largo plazo, no es lo normal del mercado y por lo mismo suelen caer fuera de los procesos de licitación, fuera de los modelos de negocios que los bancos entienden y financian e, incluso, fuera de los modelos de incentivos en los programas públicos.

Creemos esencial contar con programas que promuevan este cambio de modelo, que estén enfocados en la promoción de un mercado activo y transparentes de empresa ESCO. Lo que necesitamos es un programa de inicio que ayude a “normalizar” este nuevo esquema de servicio, lo haga conocido a los clientes e instituciones financieras, y que estos lo incluyan de forma natural en sus procesos.

Las empresas bien orientadas a los resultados son ESCOs y no están siendo incorporadas en ningún programa hasta ahora, pese al impulso que se intenta dar desde las agencias internacionales.

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