Por Juan Felipe Vélez
Mucha polémica ha causado la autorización del comienzo de proyectos pilotos de fracking en la cuenca del Magdalena. Los opositores del uso de esta técnica para la explotación de yacimientos no convencionales argumentan que ésta pone en gran riesgo los acuíferos subterráneos del territorio nacional.
El fracturamiento hidráulico o fracking es una técnica que se utiliza para extraer yacimientos de hidrocarburos no convencionales, y consiste en la inyección de una mezcla de fluidos (agua, arena y químicos) en pozos para crear fracturas en las rocas y permitir la liberación del gas o petróleo.
Según la agencia de protección ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés), el fracturamiento hidráulico si puede tener un impacto en el agua potable y en los recursos de la zona en ciertas circunstancias. Pero los principales riesgos que señala la EPA son de carácter humano tales como filtraciones, el uso de materiales inadecuado como recobertura del tubo a presión, o una inadecuada disposición de los residuos.
Estas inquietudes son especialmente importantes en Colombia, un país con amplios recursos hídricos, incluso para el promedio latinoamericano, y unas corporaciones ambientales de dudosa reputación.
Los Proyectos Piloto
Ya el consejo de Estado negó la solicitud de suspensión provisional de proyectos piloto de fracking que había sido solicitada por varios congresistas. Así, el Gobierno quedó avalado para hacer las primeras exploraciones con esta técnica. Estos proyectos piloto lo que buscarían es brindar información sobre la viabilidad técnica, económica y ambiental de hacer fracking en el país.
Los proyectos pilotos se realizarán en tres etapas: etapa de condiciones previas donde se hace el levantamiento de información; etapa concominante que implican los proyectos de exploración; y etapa de evaluación, donde se hará un sondeo de los impactos.
La primera etapa consiste en el levantamiento de información socioambiental característica del territorio, es decir, evaluar las condiciones ambientales, técnicas, sociales, económicas e institucionales de la zona.
La segunda etapa, ya de exploración, consistirá en el levantamiento de información para tener una mayor claridad con respecto al potencial de los yacimientos, la sismicidad y las posibles afectaciones a las comunidades.
La última etapa culmina con la fase de evaluación a cargo de un comité conformado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el ministerio de Salud y Protección Social, el Ministerio de Minas y Energía, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, un representante experto en temas ambientales vinculado a una universidad acreditada, un representante experto en temas de hidrocarburos vinculado a una universidad acreditada y un representante de las asociaciones, corporaciones y organizaciones nacionales de la sociedad civil.
Los pilotos se harán con el acompañamiento del Instituto Alexander Von Humboldt y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales. También habrá una constante consulta a las comunidades de la zona en cabeza de una Mesa Territorial de Diálogo y Seguimiento.
En la zona donde se harán los pilotos de fracking, antes de comenzar los estudios de la comisión de expertos convocada por el gobierno de Iván Duque se tenía el conocimiento de alrededor de 2 500 acuíferos subterráneos, en la actualidad se conocen más de 10 000 acuíferos.
Las Razones para hacer fracking
Las razones para impulsar el fracturamiento hidráulico en el país no son menores, la Unidad de Planeación Minero Energética estima que de seguir creciendo la demanda de gas al ritmo actual, el país enfrentará en 2024 un déficit que obligaría a incrementar de forma sustancial sus importaciones.
Los cálculos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos indican que en la última década las reservas probadas de gas pasaron de 13,5 años a 9,8 años. Esto ocurre porque varios campos ubicados en la costa norte y en los Llanos ya están en la etapa de declinación productiva.
Las plantas térmicas a gas, que en el futuro respaldarán las energías renovables no convencionales eólicas y solares, pasarán de generar menos de 50 megavatios en 2018 a 2.500 megavatios en 2022.
Hoy el país consume el 48 % de combustibles líquidos, mientras que el gas natural y la energía eléctrica representan un 30 %. Se espera que esta relación se invierta en las próximas tres décadas, lo que significará que la demanda de gas y energía eléctrica pasará a 46 %.
Colombia cuenta con aproximadamente 24 terapies cúbicos de gas, muy lejos de países como Venezuela, con cerca de 500, pero suficientes para alimentar la demanda energética del país. El desarrollo del fracking se convierte en la gran alternativa para el país. Para aumentar sus reservas de gas y de petróleo, además de representar una importante fuente de ingresos.
El ministerio de Minas estima que un eventual desarrollo de fracking aumentaría las reservas de gas natural y de crudo, que podrían pasar de 9,8 años a 35 o 50 años, y de 8 a 22 años, respectivamente.
También representaría una fuente considerable de ingresos, según el Ministerio de Minas el PIB podría aumentar 10 %, la inversión extranjera directa un 40 % y se crearían 68.000 puestos de trabajo adicionales.
Por su parte el Ministerio de Hacienda estima que en un lapso de 30 años a la nación le podrían ingresar aproximadamente 324 billones de pesos producto de la explotación de yacimientos no convencionales de hidrocarburos, lo que podría representar un incremento del 1% del PIB anualmente, y un ingreso adicional del 0.4% del PIB por los ingresos de las regalías.
Como cualquier actividad el fracturamiento hidráulico no está libre de causar afecciones al medio ambiente, y es posible que en algunas zonas del país esta actividad no se deba desarrollar en absoluto, no obstante, en un país con 1 142 millones de kilómetros cuadrados como Colombia, es difícil creer que no haya ningún espacio para desarrollar esta actividad tan necesaria para la estabilidad energética del país y crucial para el fisco de la Nación.