Por world energy trade   –   25 de enero de 2022

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La disminución de las reservas de Colombia y la incapacidad de atraer nuevas inversiones extranjeras hacen que sea poco probable que su industria petrolera alcance los niveles anteriores a la pandemia en esta década.

A pesar de ser el tercer mayor productor de petróleo de América Latina, después de Brasil y México, la producción de petróleo de Colombia se ha reducido a sólo 730.000 bpd, cayendo más de 754.000 bpd en 2020.

A su industria del gas no le va mejor. La producción ha estado disminuyendo desde 2012 y Colombia produce ahora sólo 1,07 Bcf/d. Sofía Forestieri, analista de upstream en Rystad Energy, explicó la situación: “Colombia necesita urgentemente inversiones adicionales y éxito en la exploración, ya que los recursos probados han disminuido. Debe duplicar estos recursos en la próxima década para seguir siendo autosuficiente energéticamente”. Aunque su sector de exploración ha permanecido inactivo en los últimos años, hay algunas esperanzas tras una reciente licitación de acres.

La inestabilidad política y sus efectos

La inestabilidad y la delincuencia en el país siguen ahuyentando la inversión. Aunque el gobierno colombiano llegó oficialmente a un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016, ahora se teme que el conflicto vuelva a recrudecerse.

A lo largo de 2021, hubo disturbios civiles en todo el país, con manifestaciones generalizadas contra el gobierno. Además, la violencia ha aumentado en algunas regiones, ya que los grupos armados ilegales y el tráfico de drogas prevalecen en el país.

Las estimaciones sugieren que el comercio de cocaína puede estar aportando la misma cantidad o más al PIB que la industria petrolera, lo que sugiere que es probable que el negocio de la cocaína continúe en detrimento del petróleo.

La inestabilidad se acentúa porque muchos de los recursos petrolíferos y gasísticos de Colombia se encuentran en zonas de conflicto. Por ejemplo, se cree que el Catatumbo tiene unos 17 millones de barriles de reservas de petróleo sin explorar, pero el acceso es limitado debido a la falta de voluntad de invertir en el territorio.

A este panorama ahora se agrega un candidato político que se declara contrario a la producción de combustibles fósiles. El senador colombiano y candidato a la presidencia, Gustavo Petro, pide al resto de América Latina que se aleje de los combustibles fósiles.

Petro anunció este mes que, si llega a la presidencia, iniciará el abandono de los combustibles fósiles para crear una economía basada en el conocimiento y el turismo.

Esto no significa necesariamente el fin de la producción de petróleo, ya que las actividades existentes continuarán durante unos 12 años. Sin embargo, detendría las nuevas actividades de exploración en un cambio hacia el desarrollo de energías renovables, en un intento de abordar el cambio climático junto a muchas potencias occidentales.

Sin embargo, Colombia sigue dependiendo en gran medida del petróleo y el gas para su propia seguridad energética, así como para su contribución al PIB. Con 1.820 millones de barriles de reservas probadas de crudo registradas en 2020 y más reservas sin explotar, el cambio a lo ecológico supondría un sacrificio.

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Pero eso no significa que no haya todavía esperanza para las operaciones petroleras existentes en Colombia. En diciembre, se celebró una ronda de licitaciones en la que la canadiense Parex Resources ganó ofertas para 18 áreas. Otras empresas energéticas canadienses, Canacol Energy y Frontera Energy, también ganaron ofertas. La empresa estatal Ecopetrol y su filial Hocol participaron en la licitación de cinco bloques.

La nutrida participación de energéticas canadienses sugiere que, si bien los inversores extranjeros no están acudiendo en masa a Colombia, ésta ha mantenido su atractivo para ciertos inversores.

El ministro colombiano de Energía, Diego Mesa, declaró sobre la ronda de licitaciones: “Hoy hemos recibido ofertas válidas para 30 nuevas áreas de las 53 que se ofrecen”.

Otra empresa canadiense, Arrow Exploration, está involucrada en múltiples proyectos en Colombia, con operaciones tanto en el Valle Medio del Magdalena como en la Cuenca de los Llanos.

Arrow está tratando de ampliar su cartera, llevando a cabo actividades de perforación y vinculación de valor, aumentando recientemente la producción en 1.000 bpd a través de un proyecto de vinculación de 1,3 millones de dólares.

El director general de Arrow, Marshall Abbott, declaró: “Tenemos múltiples catalizadores a corto plazo en una jurisdicción que apoya enormemente nuestra industria, que está poco explorada y que cuenta con la infraestructura existente”. Además, “nuestra cartera contiene tanto pozos de desarrollo, que proporcionan oportunidades de crecimiento de bajo riesgo y de generación inmediata de efectivo, como oportunidades de exploración de mayor riesgo, que esperamos perforar”, dijo.

Aunque la disminución de la oferta y la posibilidad de un recrudecimiento del conflicto están alejando a los inversores extranjeros, Colombia sigue teniendo una gran cantidad de reservas probadas y un interés constante por parte de los inversores existentes.

Las empresas canadienses están ampliando su presencia en Colombia, con varias compañías que están llevando a cabo nuevas exploraciones en todo el país. Sin embargo, en vísperas de las elecciones presidenciales, hay que tomar en serio la promesa del candidato favorito de alejarse de los combustibles fósiles. Aunque se espera que las operaciones existentes continúen durante más de una década, las nuevas actividades de exploración podrían detenerse si Petro llega al poder.

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