Por World energy trade – 11 de noviembre de 2024
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La victoria electoral del republicano Donald Trump tiene profundas implicaciones para el sector energético de Estados Unidos y del mundo. Desde su primer mandato, Trump ha sido conocido por su firme apoyo a la industria de los combustibles fósiles y su escepticismo respecto de las políticas climáticas internacionales.
Su política energética probablemente se centrará en promover la producción nacional de combustibles fósiles, revertir las regulaciones ambientales y redefinir las relaciones con otros productores mundiales de energía.
Entre los aspectos más significativos probablemente estará la reactivación de la política energética de Trump, «América primero», que podría llevar a una mayor explotación de los recursos energéticos nacionales, incluidos el petróleo, el gas natural y el carbón. Se espera que Trump relaje aún más las regulaciones ambientales y energéticas impuestas durante la administración Biden, lo que podría impulsar la producción energética nacional.
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Una de las principales consecuencias será un importante impulso a la industria petrolera y gasística estadounidense. Se espera que Trump relaje las restricciones a las perforaciones en tierras federales y acelere la concesión de permisos para nuevos proyectos de infraestructura energética. Esto podría conducir a un aumento de la producción nacional de petróleo y gas natural, lo que podría afectar a los precios mundiales y a la posición competitiva de Estados Unidos como exportador de energía.
En cuanto a las energías renovables, es probable que se reduzcan los apoyos gubernamentales y los incentivos fiscales. Trump ha sido crítico con las políticas que favorecen las energías limpias, lo que podría afectar negativamente al crecimiento de este sector en el corto plazo.
Sin embargo, cabe señalar que el mercado energético ha evolucionado significativamente desde el último mandato de Trump. La inversión en energías renovables ha aumentado sustancialmente y muchas grandes corporaciones se han comprometido públicamente a realizar la transición hacia una economía baja en carbono. Por lo tanto, el impacto real de las políticas de Trump puede verse mitigado por las tendencias del mercado y las decisiones empresariales.
Ahora, revisemos cada sector con más detalle.
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Perforar, perforar, perforar y desregular
Esta política reducirá los costos de perforación y exploración, ya que se pondrá fin a las molestas regulaciones y se abrirá más superficie para la perforación. Esto aumentará la oferta de petróleo sin aumentar la demanda, así que saquemos conclusiones sobre hacia dónde iría el precio. Además, si Trump deja de apoyar a Ucrania y llega a un acuerdo con Rusia, eso eliminaría el petróleo ruso de la lista de sanciones. Esto significaría más oferta en el mercado. Los mayores ganadores, las empresas de perforación.
Gas natural
Con una visión más optimista, los republicanos limitarán las investigaciones sobre fugas de metano e impedirán que los estados restrinjan el uso doméstico del gas natural. Incluso podrían aprobar las exportaciones de GNL.
La hostilidad republicana hacia las energías renovables podría incluso aumentar las ventas de gas natural a las empresas de servicios públicos. Pero el gran aumento que hay que tener en cuenta es el de las ventas a las centrales eléctricas. Es oportuno recordar que esta industria siempre ha querido pasar de las centrales eléctricas de carbón a las de gas.
Ahora, la administración entrante les daría permiso para hacerlo. Además, presten mucha atención a la lenta desaparición de los compromisos de «emisiones netas cero para 2050».
En el lado negativo, el calentamiento climático reducirá las ventas de gas para calefacción en invierno, y un acuerdo ruso sobre Ucrania podría reabrir los mercados globales al gas ruso, deprimiendo el mercado estadounidense de GNL.
Electricidad
Las perspectivas pueden ser algo negativas en este sector, con posibles pérdidas de subsidios. Pero lo peor es que Trump ha manifestado su aversión a los vehículos eléctricos, aunque su cercanía con Elon Musk podría hacerle reconsiderar su postura.
Los vehículos eléctricos ofrecen el mayor potencial de ventas que ha visto la industria eléctrica en décadas (mayor que los centros de datos). A cambio, habrá un alivio en la aplicación de las leyes anticontaminación y se fomentará la quema de carbón. Con este escenario, parece que se obtendrá una electrificación creciente, pero sin descarbonización, una opción que realmente no se consideraba probable.
Perspectivas a corto plazo para las energías renovables
Durante su primer mandato, Trump mostró un claro escepticismo hacia las políticas que favorecían las energías limpias, y se espera que retome esta postura en su nuevo gobierno. Es probable que veamos una reducción o eliminación de los incentivos fiscales y subsidios gubernamentales que han sido cruciales para impulsar el crecimiento de los mercados solar y eólico en el país. Podríamos ser testigos de una especie de cruzada contra los ambientalistas.
Eliminar subsidios. Reducir inversión en investigación (que los chinos sigan haciéndolo). Muchas grandes corporaciones se han comprometido públicamente a realizar la transición hacia una economía baja en carbono, independientemente de las políticas federales. Por lo tanto, aunque las políticas de Trump pueden representar un obstáculo temporal, es posible que el impulso hacia las energías renovables continúe, especialmente si los estados y ciudades mantienen sus propias iniciativas climáticas y de energía limpia.
Energía nuclear
Si los republicanos se mantienen firmes en su postura, la construcción de nuevas plantas nucleares en Estados Unidos debería verse seriamente limitada por dos razones. En primer lugar, si las emisiones de CO2 ya no son importantes a la hora de evaluar nuevas plantas, el gas y el carbón son mucho más baratos de construir. En segundo lugar, muchos de los pequeños reactores modulares (SMR) propuestos tienen componentes extranjeros que se verían perjudicados por los elevados aranceles de importación que probablemente impondrá la administración entrante.
Sin embargo, Trump podría relajar algunas de las regulaciones más estrictas que afectan a las plantas nucleares existentes, permitiendo una extensión más fácil de sus licencias de operación.
Además, podría darse un mayor énfasis en la investigación y el desarrollo de tecnologías nucleares avanzadas, que podrían mejorar la seguridad y la eficiencia de la producción de energía nuclear. Es importante señalar que la expansión de la energía nuclear en los Estados Unidos enfrenta desafíos importantes, incluidos los altos costos de construcción, las preocupaciones sobre la gestión de los desechos y la opinión pública dividida.
Geopolítica
En el terreno geopolítico, el regreso de Trump podría generar nuevas tensiones con productores de petróleo como Arabia Saudita e Irán, lo que podría afectar la estabilidad de los precios del petróleo. Además, su postura hacia Rusia podría influir en la dinámica del mercado mundial del gas natural, en particular en Europa. Cabe señalar que la política energética de Trump enfrentará importantes obstáculos legales y regulatorios, especialmente si el Congreso no está controlado por los republicanos. Esto podría limitar el alcance de algunas de sus propuestas energéticas más controvertidas.
En conclusión, la victoria de Trump marcará un cambio significativo en la dirección de la política energética estadounidense, con un renovado énfasis en los combustibles fósiles y una postura más escéptica hacia las políticas climáticas internacionales.
Sin embargo, la complejidad del mercado energético mundial y las tendencias económicas actuales sugieren que el impacto de estas políticas puede ser más matizado de lo que se esperaba inicialmente.
Foto tomada de pixabay.com