Por World energy trade   –  07 de agosto de 2024

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El panorama financiero mundial está experimentando una transformación sutil pero significativa. En el centro de este cambio se encuentra el concepto de «desdolarización»: la reducción gradual del dominio del dólar estadounidense en el comercio y las finanzas internacionales.

Aunque este proceso lleva años gestándose a fuego lento, ha cobrado impulso recientemente, impulsado por el creciente uso por parte de China de su propia moneda, el yuan (o renminbi), en las transacciones transfronterizas.

Este alejamiento del dólar, aunque gradual, tiene el potencial de remodelar el orden económico mundial. Un mundo menos centrado en el dólar podría significar una redistribución del poder, la influencia y el apalancamiento económico.

También podría provocar una mayor volatilidad e incertidumbre en los mercados financieros. A medida que China sigue afirmando su poderío económico, el auge del yuan representa un importante desafío para el orden establecido.

Ante este escenario es oportuno profundizar en los factores que impulsan los esfuerzos de desdolarización de China, el impacto en el panorama mundial de las divisas y las posibles implicaciones para el futuro del comercio y las finanzas internacionales.

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La desdolarización de las transacciones transfronterizas chinas

Históricamente, China, como muchas otras naciones, ha dependido en gran medida del dólar estadounidense para sus transacciones comerciales y financieras internacionales. Sin embargo, esta dependencia ha ido disminuyendo en los últimos años a medida que China promueve activamente el uso de su propia moneda.

En 2010, menos del 1% de los pagos transfronterizos de China se liquidaron en yuanes, frente a un asombroso 83% en dólares estadounidenses. En marzo de 2023 se produjo un momento crucial: el yuan superó al dólar por primera vez. En marzo de 2024, más de la mitad (52,9%) de los pagos chinos se liquidaban en yuanes, lo que supone una notable duplicación de su cuota en sólo cinco años.

Este espectacular cambio puede atribuirse a varios factores. En primer lugar, las empresas extranjeras están cada vez más dispuestas a comerciar en yuanes, ya que buscan diversificar sus tenencias de divisas y reducir su exposición al dólar. En segundo lugar, varios países, entre ellos Brasil y Argentina, han empezado a aceptar el yuan en sus transacciones comerciales, lo que refuerza aún más su uso internacional.

El gobierno chino y su banco central, el Banco Popular de China (PBOC), han desempeñado un papel crucial en el impulso de esta tendencia. Han aplicado políticas para facilitar el uso del yuan en el comercio y la inversión transfronterizos, como el establecimiento de centros de compensación de yuanes en el extranjero y la ampliación de la red de acuerdos bilaterales de swap de divisas.

El renminbi, aunque sigue siendo un actor relativamente pequeño con una cuota del 7%, ha sido la moneda de más rápido crecimiento en el mercado de divisas durante la última década. Esto sugiere que está ganando gradualmente aceptación como alternativa viable al dólar, especialmente en el comercio con China y sus socios.

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Auge y declive del yuan

El ascenso del yuan en el comercio internacional ha estado marcado por varios hitos significativos. En 2016, el yuan fue incluido en la cesta de Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI), un activo de reserva utilizado por los países miembros. Esta medida reconoció la creciente importancia del yuan en la economía mundial y allanó el camino para su adopción más amplia.

Sin embargo, el camino hacia un yuan globalizado no ha estado exento de contratiempos. En 2015-2016, China se enfrentó a un ataque especulativo contra su moneda, desencadenado por la preocupación por la desaceleración económica del país y las salidas de capital.

Esto obligó al PBOC a intervenir para estabilizar el yuan, poniendo de relieve los desafíos de gestionar una moneda con una creciente exposición global.

Cambio de prioridades y controles de capital

La crisis de 2016 provocó una reevaluación de la estrategia de desdolarización de China. Mientras que la ambición inicial era lograr la desdolarización a gran escala y ampliar la Iniciativa Belt and Road (BRI), un proyecto de inversión masiva en infraestructura, el enfoque se desplazó hacia un enfoque más cauteloso.

China empezó a dar prioridad al desarrollo de sistemas de liquidación del comercio denominados en yuanes, que permiten a las empresas prescindir del dólar en sus transacciones. El gobierno también endureció los controles de capital para evitar salidas excesivas y mantener la estabilidad financiera. Estas medidas, aunque eficaces para proteger la economía, también limitaron el alcance mundial del yuan.

El dólar estadounidense como arma

El dominio del dólar estadounidense en el comercio internacional ha sido durante mucho tiempo una fuente tanto de poder como de vulnerabilidad para Estados Unidos. Ha permitido a Estados Unidos imponer sanciones económicas a otros países restringiendo su acceso al sistema financiero mundial basado en el dólar.

Este «armamentismo» del dólar ha suscitado inquietud en muchos países, sobre todo en los que están en desacuerdo con la política exterior estadounidense. Como consecuencia, ha crecido el interés por encontrar alternativas al dólar, y el yuan chino se perfila como un posible contendiente.

¿Desdolarización o yuanización?

Aunque la completa desdolarización de la economía mundial parece improbable en un futuro próximo, el ascenso del yuan es innegablemente una tendencia significativa.

A medida que China siga ampliando su influencia económica, es probable que el yuan desempeñe un papel cada vez más importante en el comercio y las finanzas internacionales.

El gobierno chino está promoviendo activamente el uso del yuan en las transacciones transfronterizas, y está construyendo constantemente la infraestructura necesaria para apoyar este objetivo.

Esto incluye el establecimiento de bancos de compensación de yuanes en los principales centros financieros, la ampliación de la red de acuerdos de swap de divisas y el desarrollo de nuevos productos financieros denominados en yuanes.

Sin embargo, el camino hacia la yuanización no está exento de dificultades. Los estrictos controles de capital de China, aunque necesarios para mantener la estabilidad financiera, también limitan el atractivo internacional del yuan.

Además, el valor del yuan sigue siendo gestionado estrictamente por el PBOC, lo que plantea dudas sobre su estabilidad y previsibilidad a largo plazo.

A pesar de estos retos, la subida del yuan es una tendencia que no puede ignorarse. Representa un cambio fundamental en el panorama financiero mundial, que podría tener implicaciones de gran alcance para el futuro del comercio, la inversión y el poder geopolítico.

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