Por Enrique Naranjo
La pandemia de la Covid-19 y la tecnología han obligado a las empresas a agudizar el ingenio… y un ejemplo lo hemos visto estos días en China, cuando han empezado a operar los foodtruck autónomos de KFC (Kentucky Fried Chicken) contenedores de comida autoservicio sin necesidad de un repartidor.
El pollo frito más famoso ahora puede conseguirse a pie de calle y sin necesidad de contacto humano. Un pequeño vehículo autónomo con diferentes raciones en su interior y una gran tablet en la que el cliente puede hacer su pedido y realizar el pago con seguridad… y sin necesidad de entrar en ningún espacio cerrado.
Los vehículos han sido desarrollados por Neolix, que se ha aliado con KFC para lanzar estos simpáticos restaurantes rodantes que han llamado mucho la atención en China. El gigante del pollo frito (que en China es aún más gigante ya que las hamburguesas no encajan mucho en la cultura alimenticia de los asiáticos) parece que no es la única empresa de comida rápida interesada en este tipo de vehículos ya que Neolix también tiene un acuerdo con Pizza Hut, así que pronto podríamos ver una versión ‘italiana’ de este ‘vending’ con ruedas.
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Los vehículos son pequeños coches-robot con 2,4 metros cúbicos de espacio para almacenar productos y un tamaño muy apropiado para circular por ciudad sin convertirse en un obstáculo insalvable y que, por ejemplo, apenas mide un metro de ancho.
Pueden moverse a un máximo de 50 km/h (habría que reconsiderar, por tanto, el concepto de comida rápida), tienen autonomía para recorrer 100 km y pueden superar pendientes de incluso el 20%. Sus sistemas de cámaras y radares perimetrales les permiten detectar cualquier obstáculo en la vía cuando se desplazan… o a un cliente que lo quiere detener para comprar comida.
Los Neolix ya se habían utilizado con otros propósitos anteriormente, también relacionados con la pandemia ya que habían ejercido como repartidores de ‘última milla’ para evitar el contacto entre repartidor y cliente y minimizar así riesgos de contagios. Pero también por gobiernos, como el de Emiratos Árabes, que lo ha empleado como robot de vigilancia para cumplir el confinamiento