Por World energy trade   –  13 de enero de 2024

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Normalmente, un nuevo año trae consigo un renovado interés por hacer las cosas en Washington. Pero ahora que el Congreso ha conseguido muy poco en 2023 y la atención se centra en las elecciones de noviembre, es más prudente que nunca que la agenda política de los líderes de nuestra nación refleje lo que es mejor para nuestro futuro colectivo, no la política.

Por ejemplo, la campaña de este gobierno para difundir las tecnologías de los vehículos eléctricos. No hay duda de que los EVs formarán parte del futuro de Estados Unidos.

Pero las decisiones tomadas por el presidente Biden y sus aliados para incentivar y acelerar la adopción de EVS en el sector del transporte estadounidense tendrán consecuencias imprevistas. Las más desconocidas son las implicaciones para nuestras prioridades de seguridad nacional.

En abril, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) presentó una norma que regularía las emisiones de los tubos de escape de los vehículos ligeros, medios y pesados. La norma pretende que aproximadamente dos tercios de los automóviles vendidos en 2032 sean eléctricos.

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A pesar de ello, aquellos que apoyan políticas gubernamentales estrictas parecen desconocer la dinámica actual del mercado global de automóviles eléctricos, especialmente considerando el predominio de China en esta industria.

En los últimos 15 años, China ha consolidado varias inversiones dentro de la cadena de valor de los vehículos eléctricos, fortaleciendo su posición de poder en este mercado en rápida expansión.

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China domina el mercado de las reservas de tierras raras, la extracción de minerales y la producción de baterías, elementos todos ellos esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos.

Y aunque el Servicio Geológico de EE.UU. estima que China sólo posee alrededor del 36% de las reservas mundiales de tierras raras, ha llegado a controlar el 70% de la capacidad de extracción y casi el 77% de la capacidad de fabricación de baterías del mundo.

Es esta condición se hace arriesgado un impulso concertado hacia los vehículos eléctricos porque, evidentemente, para conseguir más vehículos eléctricos, los estadounidenses aumentarían su dependencia de China.

Por ejemplo, en octubre China anunció su intención de imponer restricciones a la exportación de grafito, un mineral que constituye la mayor cantidad por volumen y masa de una batería de vehículo eléctrico. El país tiene un historial de utilización del comercio como arma para ejercer su poder.

Como explicó el Center on Global Energy Policy de Columbia, la medida forma claramente «parte de la estrategia más amplia de China de flexionar su músculo económico en respuesta a la escalada de las tensiones comerciales con Estados Unidos».

Si seguimos insistiendo en el statu quo, es más probable que los estadounidenses se enfrenten a una guerra comercial con China que a un futuro totalmente integrado y electrificado.

En lugar de estrategias de electrificación y normativas que aumenten artificialmente la demanda de vehículos eléctricos, se debe garantizar que la inversión nacional y las oportunidades de infraestructura sean la primera prioridad y establecer políticas que igualen las condiciones con China.

Un punto de partida sería permitir una mayor producción nacional de minerales y baterías mediante un proceso de concesión de permisos oportuno y eficaz.

Recientemente, docenas de miembros del Congreso, tanto del Senado como de la Cámara de Representantes, escribieron una carta al administrador de la EPA, Michael Regan, expresando su preocupación por este agresivo plan para reducir las emisiones de los vehículos e inundar la nación con vehículos eléctricos.

Además, la Cámara de Representantes aprobó a finales del año pasado la Ley de Elección en la Venta Minorista de Automóviles de 2023 (Ley CARS), que afirma la seguridad e independencia de Estados Unidos y obligaría a los líderes a pensar en soluciones que permitan una transición responsable y equitativa de la población a los EVs.

Seguir adelante con las normas y los mandatos sobre emisiones sólo servirá para socavar la seguridad nacional de los estadounidenses. Los recientes discursos del presidente Xi Jinping en el G20 dejan claro que China quiere mantener su posición en la cima de este mercado y continúa invirtiendo para conseguirlo.

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