Por REUTERS
Sudáfrica tiene previsto lanzar tres rondas de contratación de 6800 megavatios (MW) de energía renovable a lo largo de este año, así como una combinación de 5000 MW de nuevo carbón, gas y almacenamiento, según se desprende de una presentación del partido gubernamental, el African National Congress (ANC).
El país más industrializado de África depende en gran medida de la energía del carbón, pero planea avanzar hacia una combinación más diversificada de fuentes de generación.
El país sufre periódicamente cortes de electricidad debido a los fallos de la empresa estatal Eskom, que han disuadido la inversión en el país y han frenado el crecimiento económico.
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El presidente Cyril Ramaphosa ha prometido mejorar Eskom y aumentar la capacidad de generación de energía de Sudáfrica, pero los avances han sido lentos.
La presentación, realizada en una reunión de tres días de funcionarios y aliados del partido que terminó el domingo y compartida con Reuters por dos fuentes, mostró que el ANC planeaba lanzar la primera licitación de energías renovables en enero o febrero para 2600 MW de energía eólica y solar, con otra ronda de 2600 MW en agosto y una tercera para 1600 MW en enero o febrero de 2022.
Una ronda de contratación de unos 500 MW de almacenamiento de energía comenzaría alrededor de septiembre, seguida de rondas para 1500 MW de carbón y 3000 MW de gas alrededor de diciembre.
El carbón, un tema controvertido
El carbón es polémico, ya que el país es un gran contaminador, y los bancos son cada vez más reacios a realizar préstamos a proyectos de carbón debido a las preocupaciones medioambientales.
Un portavoz de la ANC no respondió a la solicitud de comentarios. Por su parte, el portavoz del Ministerio de Energía acusó de recibir las preguntas, pero no pudo comentarlas inmediatamente.
La capacidad prevista por la ANC está en consonancia con el Integrated Resource Plan (Plan de Recursos Integrados) del país, un documento gubernamental que establece el mix energético hasta 2030.
Una actualización del plan en 2019 contenía grandes asignaciones para la energía eólica y solar, pero también incluía más carbón, lo que, según algunos analistas, era un intento de aplacar a los grupos de presión del combustible.