Por Marcelo Neuman y Laura Forni – 20 de septiembre de 2021
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El proyecto de ley de hidrocarburos presentado por Alberto Fernández busca reactivar la producción de hidrocarburos para sumar exportaciones y favorecer el ingreso de dólares. Cómo alentar a proveedores locales y cuidar el medio ambiente
Potenciar el desarrollo
El aprovechamiento de los recursos naturales en beneficio de nuestra sociedad, especialmente los no renovables es siempre un tema de actualidad. Nuestro país está dotado de abundantes recursos naturales, como el sol, los vientos, las tierras fértiles, los metales, los hidrocarburos y los recursos marítimos y fluviales, todos parte de nuestro patrimonio. Saber sacar provecho de ellos en pos de mejorar el nivel de vida de nuestra población constituye un desafío enorme dado la cantidad de actores involucrados, los intereses en juego, la infraestructura requerida y el financiamiento necesario.
Uno de los activos que promete mejorar nuestra realidad socioeconómica son los recursos hidrocarburíferos no convencionales que posee la formación de Vaca Muerta, cuyo epicentro está en la provincia de Neuquén. Este enorme depósito constituye la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta en petróleo, también no convencional, y si bien su explotación ha comenzado hace algunos años, está todavía lejos de brindar todo su potencial. Para que los recursos de Vaca Muerta se puedan explotar a gran escala hacen falta grandes inversiones, y a esto se apunta con el proyecto de ley de promoción de las inversiones hidrocarburíferas. Dada su importancia estratégica y la cantidad de actores involucrados su debate será trascendente. Uno de los resultados más esperados es que la explotación intensiva de Vaca Muerta contribuya con la generación de los dólares necesarios para cumplir con los compromisos internacionales, hoy enormemente agravados por la abultada deuda externa. Por otro lado, ayudaría a sortear la restricción externa, o sea la falta de dólares, que ha condicionado cíclicamente nuestro desarrollo productivo.
Pero el desarrollo de los yacimientos hidrocarburíferos por parte de las compañías petroleras requiere de una enorme cantidad de insumos industriales que son provistos por empresas proveedoras. En este sentido, el desarrollo de Vaca Muerta tracciona la demanda de una gran cantidad de bienes y servicios que en gran medida pueden ser cubiertos por empresas nacionales. Estas empresas proveedoras de la industria de petróleo y gas se encuentran ubicadas en distintas localidades de nuestro territorio, fabrican una gran cantidad y variedad de bienes, muchos de ellos intensivos en tecnología, y prestan una diversidad de servicios especializados, generando miles de puestos de trabajo de calidad. Además, muchas de estas empresas han desarrollado capacidades tecnológicas que les permiten proveer de bienes y servicios a otros sectores industriales como la minería, las energías renovables, la petroquímica y el sector nuclear. Esta trama industrial es un activo que nuestro país posee, a diferencia de muchos otros países que tienen importantes recursos hidrocarburíferos, pero carecen de una trama proveedora local que acompañe su desarrollo.
Esta trama proveedora se fue formando a lo largo de varias décadas y su principal impulsora fue la otrora notoria YPF estatal que era reconocida internacionalmente por sus enormes capacidades tecnológicas. Hoy ante una nueva oportunidad que se nos presenta con los recursos no convencionales es importante considerar dentro del marco de las políticas públicas el fomento de esta trama proveedora. El objetivo sería, no sólo que puedan expandir sus ventas generando consecuentemente mayor empleabilidad, sino también que puedan escalar en el dominio de mayores grados de tecnología, lo cual también repercutirá en otros sectores industriales.
El proyecto de ley de promoción de inversiones hidrocarburíferas recientemente presentado toma en cuenta el fomento de las empresas nacionales proveedoras, incluyendo un apartado específico en este sentido. Es un buen paso, pero también será clave como se reglamenten e implementen los aspectos de la ley cuya intención es promover la trama proveedora nacional. Los mecanismos que se generen deben ser claros, concretos, aplicables y auditables, para que el fomento a la industria asociada a los hidrocarburos se expanda y genere mayor trabajo. Todo esto se torna más crítico en una ley pensada para que tenga una vigencia de 20 años y cuyo objetivo principal será brindar un marco de previsibilidad para las grandes inversiones que se requieren. En este sentido, una mirada integral sobre el sector de hidrocarburos es clave para que nuestros recursos potencien lo más posible nuestro desarrollo productivo para contribuir a mejorar las condiciones sociales de la población.
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El problema del agua
El cambio climático está evidenciando la necesidad de una transición energética que promueva la producción de gas natural. Esta transición energética beneficiaria económicamente a la Argentina, en particular, la región de Vaca Muerta donde actualmente solo se explota alrededor del 5 por ciento de los yacimientos disponibles. Mientras se planifica la exportación de estos yacimientos, la región del Comahue donde se ubica Vaca Muerta, está en una sequía que ya lleva 13 años. Estas dos facetas del cambio climático que convergen en Vaca Muerta se deben mirar cuidadosamente y de manera integrada.
Cuando pensamos en sequía, habitualmente la relacionamos con ausencia de lluvia, o con un rio de caudales bajos o tal vez, con una laguna más chica. Tal vez esto se deba a que nos enfocamos en nuestra realidad más cercana, ignorando aspectos de cómo una sequía podría afectar a la cuenca en donde vivimos, pues es un sistema complejo lleno de diferentes componentes interconectados y dependientes. Las cuencas como las del Comahue, posee fuentes de agua que se encuentran en las montañas, alimentando a los ríos que llegan a las principales actividades económicas, como la explotación de Vaca Muerta y la agricultura. La Autoridad Interjurisdiccional de cuencas (AIC) ha declarado en los últimos meses una situación de emergencia hídrica, debido a las bajas precipitaciones y la acumulación de nieve, como también el aumento de las temperaturas, para las regiones de Limay, Neuquén y Río Negro donde se ubica la mayor parte de la formación de hidrocarburos de Vaca Muerta.
Mientras el uso proporcional del agua para la producción de gas natural es pequeño en relación con otros usos, la misma presenta un riesgo para la calidad del agua de la región, los cuales pueden agravarse con la ocurrencia de sequias. Como ejemplo, una empresa en Vaca Muerta espera que 110 pozos de shales generen agua producida a una tasa de 11.000 m3 /día durante el primer mes de producción, disminuyendo a 1.600 m3 /día al sexto mes. Las aguas residuales de la producción de shales se inyectan bajo tierra o se almacenan en estanques en la superficie. Los estudios de los sitios de shale gas en otras partes del mundo muestran que tanto los fluidos de inyección como el agua que naturalmente existe en las formaciones de shale contienen carcinógenos y otros contaminantes. Por ende, el agua producida después de la extracción presenta riesgos para la salud y el medio ambiente y, en algunos casos, se ha demostrado que reduce la productividad de los cultivos en campos regados con agua de riego que contiene dichos contaminantes. Esto es importante ya que se espera que la expansión de la producción de hidrocarburos no convencionales resulte en un aumento significativo de las aguas residuales producidas por la industria, especialmente dado que la región actualmente trata solo el 5 por ciento de sus flujos de aguas residuales de la producción de hidrocarburos no convencionales.
En ausencia de plantas de tratamiento, la expansión de la producción de shales continuará poniendo presión en el aumento de pozos de inyección y almacenamiento de superficie. El crecimiento continuo de la industria de fracking no sucede en aislamiento, dirige también la expansión de las áreas urbanas en respuesta a las necesidades laborales de la industria. Asimismo, el sector agrícola está en crecimiento también, con proyecciones hasta mediados de siglo. Es necesario medir y cuantificar los impactos sobre los recursos hídricos y examinar los riesgos de la producción de shale gas en las aguas superficiales y subterráneas en los sitios de extracción de hidrocarburos.
El cambio climático nos está haciendo ver que, incluso en las zonas donde se asume niveles abundantes de disponibilidad de agua, este ya no es el caso. La planificación, desarrollo, y regulación de la industria deben incorporar los aspectos ambientales. Las condiciones están cambiando. La preocupación por el cambio climático y el afán hacia una transición energética está creando oportunidades en la producción de gas y sus beneficios económicos, pero el cambio climático también está reduciendo la disponibilidad de agua. Los impactos en la calidad del agua son agravados por futuras sequía. Los esquemas regulatorios regionales existentes de las provincias deben incluir la gestión regional integrada de los recursos hídricos (GIRH) incorporando el crecimiento de la industria, identificando posibles zonas de riesgos dentro de un marco que abarca diferentes provincias, actores, e instituciones locales.