Por WORLD ENERGY TRADE
China ha declarado repetida y abiertamente sus planes de convertirse en una potencia líder en el espacio y en este camino lanzó recientemente los primeros astronautas a su estación espacial, dando un paso importante en lo que se puede considerar una nueva carrera espacial entre China y Estados Unidos.
En sus planes está enviar su primera misión con tripulación a Marte en 2033, su ambición por llegar al planeta rojo viene acompañada de planes para construir una base en la Luna con Rusia, construir su propia estación espacial, similar a la Estación Espacial Internacional y lanzar un sistema de satélites para rivalizar con el GPS, propiedad del gobierno estadounidense y junto con una serie de otros objetivos, Pekín también está trabajando para lograr la superioridad militar en el espacio.
En cuanto a su estación espacial, China lanzó el 29 de abril a Tianhe-1, el primer y principal módulo de una estación espacial orbital permanente llamada Tiangong (Palacio Celestial). Otros dos módulos científicos (Wentian y Mengtian) le seguirán en 2022 en una serie de misiones que completarán la estación y le permitirán comenzar a operar.
Tiangong es el sucesor de los laboratorios espaciales chinos Tiangong-1 y Tiangong-2, lanzados en 2011 y 2016, respectivamente.
Se construirá con un diseño modular, similar al de la Estación Espacial Internacional operada por Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y la Agencia Espacial Europea.
Aunque la estación no es la primera de China, el diseño modular es nuevo. Es una réplica de la Estación Espacial Internacional (ISS), de la que China fue excluida, ya que la ley estadounidense prohíbe su participación en la ISS.
Hay muchas razones para que China invierta en este proyecto costoso y tecnológicamente difícil. Una de ellas es realizar investigaciones científicas y hacer descubrimientos médicos, medioambientales y tecnológicos. Pero también hay otras posibles motivaciones, como las ganancias comerciales y el prestigio.
En virtud de lo anterior, Tiangong no pretende competir con la ISS. La estación espacial china será más pequeña y similar en diseño y tamaño a la antigua estación espacial soviética Mir, lo que significa que tendrá una capacidad limitada de astronautas (tres frente a seis en la ISS).
La ISS puede considerarse la ONU en el espacio terrestre, esto debido a que tiene como colaboradores a diferentes países, incluso antiguos enemigos de la guerra fría (Estados Unidos y Rusia) y a viejos amigos (Japón, Canadá y Europa).
A lo largo de más de dos décadas de servicio, ha sido el único puesto humano permanente en el espacio y ha acogido a unos 250 astronautas de 19 países diferentes, realizando cientos de caminatas espaciales y miles de experimentos científicos.
Pero la ISS está llegando a su fin natural. Está previsto que se retire del servicio a partir de 2024 para dejar sitio al Lunar Gateway, un pequeño puesto de avanzada que orbitará alrededor de la Luna. Se trata de una iniciativa internacional que forma parte del programa Artemis, liderado por Estados Unidos, y que vuelve a excluir a China.
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¿Hacia un monopolio chino?
Sin embargo, hasta que se lance el Gateway, Tiangong, que se situará en la órbita terrestre inferior y tendrá una vida útil prevista de 15 años, seguirá siendo probablemente la única estación espacial en funcionamiento.
A algunos les preocupa que esto la convierta en una amenaza para la seguridad, argumentando que sus módulos científicos podrían ser fácilmente convertidos para fines militares, como el espionaje de países. Pero no tiene por qué ser así y, si las cosas van como están previstas, no lo será.
China puede aprovechar esta oportunidad para recuperar la confianza y atraer la colaboración internacional.
Esto puede ser especialmente importante dadas las críticas de la NASA tras el reciente cohete chino fuera de control que se precipitó al océano Índico. Hay indicios de que el país está tratando de ser más abierto, pues ya ha declarado que Tiangong estará abierto a acoger tripulaciones y proyectos científicos no chinos.
De hecho, los astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA) han comenzado a entrenar con los “taikonautas” (término utilizado para los astronautas chinos), y se han incluido proyectos internacionales en el primer lote aprobado de experimentos seleccionados de la estación.
Es posible que Tiangong no permanezca sola por mucho tiempo. Con el apoyo de la NASA, las empresas privadas han empezado a diseñar sus propios módulos orbitales, desde el hábitat hinchable B330 de Bigelow Aerospace hasta el laboratorio comercial y la infraestructura residencial construidos por Axiom. Incluso Blue Origin ha mostrado interés en construir una estación espacial.
Además, la vida útil de la ISS, que ya se ha prolongado, podría prolongarse aún más, aunque hay muchas cuestiones relacionadas con su fecha de finalización.
El portal lunar
En su concepción básica, el Lunar Gateway servirá como laboratorio científico y módulo de habitabilidad a corto plazo. A continuación, actuará como un centro que permitirá reabastecer a las naves espaciales y a los rovers durante sus múltiples viajes a la Luna.
El primer lanzamiento está previsto para mayo de 2024 con el cohete Falcon Heavy de SpaceX, que llevará los módulos esenciales. Debería estar operativa unos años después.
En comparación con la ISS, el Gateway será más pequeño y ágil. De los miembros originales de la ISS, sólo cuatro (Estados Unidos, Europa, Japón y Canadá) forman parte del Gateway.
Por ahora, Rusia no se ha unido, debido a las controversias que rodean al programa Artemis, que muchos países consideran demasiado centrado en Estados Unidos.
Esta es otra oportunidad para China. Ya ha empezado a colaborar con otros países en proyectos espaciales recientes. Y se avecinan más. En marzo de 2021, firmó un acuerdo con la agencia espacial rusa Roscosmos para construir una instalación de investigación conjunta ruso-china en la Luna.
Tras haber perdido el monopolio de los vuelos tripulados a la ISS debido al exitoso lanzamiento de SpaceX en 2020, Rusia parece dispuesta a mantener sus opciones abiertas en lo que a proyectos lunares se refiere.
En definitiva, el espacio es un reto y es caro. Aunque es una forma de que muchos países muestren su dominio, la cooperación ya ha demostrado ser más eficaz que los esfuerzos en solitario, la mejor prueba de ellos es la ISS. Tambien es cierto que la carrera espacial puede desactivar las tensiones en tierra, como lo hizo durante la Guerra Fría.
El protagonismo de China en la nueva carrera espacial podría tener un efecto positivo similar, especialmente si el país muestra buena voluntad para ayudar a resolver un problema de seguridad creciente en la órbita baja de la Tierra: cómo deshacerse de la basura espacial.