Por WORLD ENERGY TRADE   –   29 de marzo de 2022

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La paradoja argentina, el país cuenta con unos de los mayores yacimientos de shale gas, sin embargo, no tiene capacidad para satisfacer su propia demanda interna, mucho menos hablar del mercado de exportación en momentos de la mayor demanda mundial.

A pesar de contar con yacimientos de shale gas que rivalizan con los de los Apalaches, que convirtieron a Estados Unidos en uno de los principales exportadores, el sector de la producción nacional de gas de Argentina ha sufrido años de falta de inversión que lo han dejado incapaz de satisfacer la demanda interna.

En consecuencia, Argentina está compitiendo por la compra de envíos de GNL, junto con potencias industriales como el Reino Unido y Japón. El momento no podía ser peor, ya que los precios se han disparado.

Las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin han sumido a los mercados de la energía y de las materias primas en el caos, agravando la escasez, los cuellos de botella en la cadena de suministro y las salvajes oscilaciones de precios que han sacudido la economía mundial desde que surgió la pandemia.

Argentina acaba de empezar a solicitar cargamentos para mayo y junio, cuando llega el invierno en el hemisferio sur. Con la subida de los precios de las últimas semanas, el país podría no ser capaz de pagar todo el GNL que necesita.

“Argentina tenía previsto importar entre 60 y 65 cargamentos de GNL, pero estos precios le obligan a ajustar esa estrategia original”, dijo Marcos Bulgheroni, director general de Pan American Energy, uno de los mayores perforadores de gas del país, en una conferencia sobre petróleo celebrada la semana pasada en Buenos Aires.

Para muchos observadores, incluyendo personas del gobierno y de la industria de procesamiento de gas, el espectro de menos cargas de GNL de las necesarias pone al país en la situación de tener que limitar el suministro de energía a los consumidores industriales.

“Va a ser un invierno muy duro para el suministro de combustible con el acceso actual a las divisas en Argentina”, dijo en una entrevista Agustín Gerez, director de la empresa estatal de energía Ieasa, que organiza las licitaciones de GNL en el país. Alberga la esperanza de un invierno suave que frene la demanda.

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Gran parte de la situación del país se está gestando desde hace tiempo. Un clima empresarial crónicamente pobre no logró atraer suficiente gasto en su zona de esquisto de Vaca Muerta y retrasó la construcción de los gasoductos necesarios para llevar el gas desde la remota región de la Patagonia a los centros industriales y urbanos.

En lugar de convertirse en la potencia del esquisto que esperaba, Argentina se ha convertido en un importante importador de GNL, sobre todo en el volátil mercado mundial al contado, con Estados Unidos y Qatar como sus principales proveedores, según muestran los datos de transporte recopilados por Bloomberg.

Para empeorar las cosas, las negociaciones para traer más gas de la vecina Bolivia por gasoducto han tenido tropiezos, y Argentina se enfrenta a la competencia para esos suministros, también, con Brasil convirtiéndose en la prioridad.

Argentina firmó un acuerdo de gas por 20 años con Bolivia en 2006, antes de que Vaca Muerta estuviera siquiera en el radar, pero los volúmenes y los precios se renegocian regularmente y los dos países llevan meses en conversaciones sobre el suministro para el próximo invierno.

Argentina importa actualmente 7,5 millones de metros cúbicos al día de Bolivia, pero necesita aproximadamente el doble en el tramo frío de mayo a septiembre.

No está claro que se pueda llegar a un acuerdo de esa envergadura cuando los suministros de Bolivia están disminuyendo, dijo Álvaro Ríos, un ex ministro boliviano de petróleo y gas que ahora dirige la consultora Gas Energy Latin America. La producción de Bolivia ha caído un 17% en los últimos cuatro años, ya que las inversiones se han ralentizado tras las nacionalizaciones de los campos de gas.

“Argentina necesitará depender más del GNL este año que el anterior”, dijo Henrique Anjos, analista de GNL en la empresa de investigación energética global Wood Mackenzie. “La producción boliviana ha disminuido mucho y han priorizado los flujos hacia Brasil”.

Otras grandes economías de Sudamérica están mejor situadas para resistir la subida del costo del gas natural. Chile ha fijado precios a largo plazo. En Brasil y Colombia, las precipitaciones han aumentado, impulsando la producción de las presas hidroeléctricas, mientras que la energía hidroeléctrica de Argentina sigue sintiendo los efectos de la sequía, presionando a sus centrales eléctricas de gas y diésel.

Un aspecto positivo para el país es que las entradas de otras materias primas denominadas en dólares que Argentina exporta, como la soja, podrían compensar en cierta medida el golpe de la importación de GNL y gasoil. Otra ayuda proviene de un programa de precios para los perforadores.

Argentina podría volver a ser autosuficiente en gas natural e incluso convertirse en exportador de GNL, pero necesita más gasoductos. El primer tramo de 430 millas de un nuevo gasoducto no se espera que esté terminado hasta el año que viene, ya que la economía en crisis ha restringido las inversiones en infraestructuras y ha dejado a las empresas fuera de los mercados de crédito.

Por ello, el gobierno ha intervenido para construir el gasoducto con los ingresos fiscales, que una vez terminado, transformará la industria energética de Argentina, permitiendo a los productores de esquisto aumentar las inversiones y reducir la dependencia del país a las importaciones.

Pero los ejecutivos del sector petrolero dicen que el gasoducto debe ir acompañado de una combinación de políticas más amplia que ayude a los perforadores en lugar de obstaculizarlos, algo que, si la historia argentina sirve de guía, no es seguro.

La decisión es básica, ¿convertir el país en exportador o dejar todo ese gas bajo tierra?

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