Por Guido Gubinelli – 21 de noviembre de 2021 (Energía estratégica)
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“Los países que son capaces de reducir emisiones de manera más masiva y más barata, probablemente podrán vender certificados (considerando que no ponen en riesgo el cumplimiento de sus propias metas) y de este modo atraer financiamiento para proyectos y/o políticas ‘verdes’”, resalta Constanza Montes, asesora técnica del proyecto Global Carbon Market de GIZ Chile.
Según la GIZ Chile, uno de los buenos resultados de la COP26 es que, finalmente, tras seis años de negociaciones, las normas que permiten a los países comerciar con créditos de carbono entre sí, conocidas como Artículo 6.2, han sido acordadas. “Esto impulsará nuevas inversiones en proyectos como energías renovables, hidrógeno verde y reforestación, entre otros”, resaltan.
Desde la entidad vienen trabajando hace años sobre el proyecto Mercado Global de Carbono, el cual ha apoyado a Chile en el desarrollo de instrumentos de precio al carbono y en la exploración de mecanismos de financiamiento climático, que puedan contribuir al cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones de ese país.
Para conocer más en profundidad el alcance de este acuerdo en la COP26, Energía Estratégica dialogó con Constanza Montes, asesora técnica del proyecto Global Carbon Market de GIZ Chile.
¿Qué implica que en la COP26 se hayan establecido las reglas que permiten a los países comerciar resultados de mitigación entre sí?
Las nuevas reglas del Acuerdo de París implican que se podrán alcanzar los objetivos de mitigación de emisiones a menor costo mediante la cooperación entre países y la transferencia de resultados de mitigación (reducciones de emisiones certificadas).
El último Inventario de Gases de Efecto Invernadero de Chile (INGEI 2020 – Serie 1990 al 2018) estimó sus emisiones en un nivel de 112,3 MtCO2eq, y se ha comprometido a llegar a 95 MtCO2eq al 2030.
Cada sector tendrá una responsabilidad en esta meta que será asignada de manera vinculante a través de la Ley Marco de Cambio Climático (aún en discusión en el Congreso Nacional). El cómo se cumplan estas metas –y en esto está el mayor valor de los mercados de carbono–, será clave para hacer una transición justa y evitar sobre costos e impactos negativos de la descarbonización de las economías.
¿Cómo funciona este mercado?
El Acuerdo de París tiene el objetivo de limitar el calentamiento global idealmente por debajo de 1,5ºC, en comparación con los niveles preindustriales, y para ello cada país se ha comprometido con metas de mitigación al cambio climático establecidas en su Contribución Nacional Determinada (NDC).
Para facilitar el cumplimiento de estas metas, los mercados globales del carbono habilitarán las condiciones necesarias para poder transferir internacionalmente resultados de mitigación (ITMO – Internationally Transferred Mitigation Outcomes), que corresponde a una unidad de reducción de emisiones o una captura real y se miden en toneladas de CO2 equivalente (tCO2e).
El trasfondo de los enfoques cooperativos de mercado es que esto permitiría proteger el clima de forma más flexible y costo-eficiente que con acciones aisladas, logrando la descarbonización a la vez que se protege la competitividad de las industrias, en especial aquellas que tienen riesgo de transición a un sistema bajo en carbono (Sectores EITE – “emission-intensive and trade-exposed”).
Priorizando el cumplimiento de sus metas, cada país podrá comprar y/o vender reducciones de emisiones certificadas provenientes de proyectos particulares o medidas de gobiernos.
¿Quiénes integrarán este mercado y, de qué dependerá un mayor nivel de participación?
El Acuerdo de París ha sido adoptado por 196 partes, lo que exige a los países del mundo presentar sus compromisos climáticos. Según evaluaciones de las recientes NDCs presentadas, se logra identificar que el 30% perseguirá una estrategia de venta mientras que el 10% serán compradores puros de resultados de mitigación.
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La cantidad total de países que aprovechen los mercados de carbono y en qué magnitud, dependerá del nivel de precios que se establezcan en el futuro, de las políticas de precio al carbono y del costo de abatimiento de las alternativas que cada país posea internamente.
Además, será crucial que los países se preparen adecuadamente en cuanto a la institucionalidad interna y las capacidades para hacer uso de los mercados internacionales.
En esta línea, el proyecto “Mercado Global de Carbono”, por encargo del Ministerio de Medio Ambiente de Alemania (BMU), ha contribuido con la preparación del sector público y privado, así como con la infraestructura necesaria para habilitar las condiciones que permitirán acoger estos instrumentos.
¿Cómo beneficiará el Artículo 6 a las industrias?
Para Chile se espera que el sector energético sea el que movilice mayor financiamiento de los mercados de carbono dado que es el que contribuye con la mayor parte de las emisiones GEI del país (con un 77% del total al 2018), y al mismo tiempo el que presenta mayores alternativas de abatimiento, especialmente con la generación de energía eléctrica.
Además, debido a la transición energética mundial que tiende a la electrificación de procesos, dejando los combustibles fósiles atrás, Chile tiene la gran oportunidad de ser un líder mundial en la provisión de bienes para este fin gracias a su alto potencial de energías renovables, producción de Hidrógeno Verde y de insumos minerales para los sistemas energéticos tales como litio y cobre (baterías y sistemas de transmisión, respectivamente).
En cuanto a sectores productivos, los más beneficiados serán los que tienen mayor dificultad de abatir emisiones internamente, es decir, sectores EITE (“emission-intensive and trade-exposed”), como cemento y siderurgia (acero).
Gracias al mercado de carbono podrán contar con apoyo financiero para la transferencia de tecnologías limpias e innovadoras que permitirán reducir emisiones a la vez que generan ahorros en combustibles, en cargas por instrumentos de precio al carbono (como el impuesto verde) y por mejoras de eficiencia en los procesos.
¿Qué tipo de países serán beneficiados con este mercado?
La nueva generación de mercados de carbono ofrecerá las mayores oportunidades a los países oferentes de resultados de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que es donde se quedan los co-beneficios de las inversiones limpias (desarrollo económico, empleo, innovación, salud, etc.).
Así, los países que son capaces de reducir emisiones de manera más masiva y más barata, probablemente podrán vender certificados (considerando que no ponen en riesgo el cumplimiento de sus propias metas) y de este modo atraer financiamiento para proyectos y/o políticas “verdes”.
Generalmente serán países menos desarrollados o en vías de desarrollo con gran cantidad de recursos naturales para realizar proyectos basados en la naturaleza. Un ejemplo de este caso podría ser Chile, por tener un gran potencial de generación de energía con fuentes renovables y producción de Hidrógeno verde (y sus derivados), a uno de los menores costos del mundo.
Sin embargo, por otro lado, el mercado de carbono también traerá beneficios para países compradores producto de los ahorros por el menor costo de cumplimiento de sus compromisos.
¿La maduración de este mercado podría contribuir a que los países adopten una actitud más agresiva hacia su descarbonización?
La idea para el futuro es tender hacia un nivel de precio al carbono global para igualar las condiciones para todas las industrias en cualquier lugar, evitando así pérdidas de competitividad por dumping ecológico y fugas de carbono que ocurren cuando las emisiones se reducen en zonas con políticas de mitigación más estrictas y emigran hacia zonas más laxas.
Bajo este escenario, si el mercado del carbono se volviera líquido y dinámico, logrando generar confianza entre los distintos actores, esto permitiría generar estrategias más ambiciosas de mitigación basándose en la certeza de que se dispondrá de una variada oferta y demanda de resultados de mitigación.
Este mercado puede ser estratégico para fomentar la transferencia tecnológica y lograr la maduración de tecnologías innovadoras de mayor costo, lo que es bueno para que el país del proyecto siga desarrollando la cadena productiva cuando aún existen barreras, dando las condiciones para reducir más emisiones.